Desde hace unos días me he visto muy nostálgica porque empezó la FILSA (Feria Internacional del Libro en Santiago), los recuerdos se derramaron por todos mis días, queriendo revivir los sucesos de hace un año, porque en pocos lugares he estado que sean tan utópicos como lo es la FILSA. Recordé entonces el blog, ya ni puedo evocar el momento en que me habré alejado de este recóndito y acogedor lugar, soy como la niña que dejó a un lado su juguete por haber encontrado uno nuevo, me alejé sin meditarlo y de manera inocente me adentré a un nuevo mundo.
Han pasado varios meses y me adentré más y más en el mundo de la literatura, y ahora, a semanas de terminar mi período escolar, siento mucha ansiedad e incertidumbre acerca de lo que se avecina, una deliciosa ansiedad infantil, una que teme a lo desconocido pero que no puede esperar a descubrir el futuro.
Cuando fantaseo acerca de como será estudiar Literatura en la universidad me lleno de emoción saltarina e imparable, porque en este tiempo he sido capaz de darme cuenta de que no hay cosa más hermosa, dolorosa, multifacética y perfecta que la literatura, porque es la vida y la muerte y todo lo existente. Pues eso, me enamoré.
Y ahora que he regresado quiero mostrarles un poema, que es simplemente exquisito, del poeta Max Jara.
MAX JARA (1886 - 1965)
- Maximiliano Jara Troncoso
- Poeta nacido el 21 de agosto de 1886, en Yerbas Buenas, localidad cercana a Linares.
- Publicó sus primeros versos a los trece años.
- Estudió medicina para abandonarlas al tercer año y dedicarse a la literatura.
- Su primer libro fue Juventud: Poesía Romántica, publicado en 1909.
- Segundo libro: ¿Poesías...? (1914)
- Tercer libro: Asonantes:(Tono menor) (1922)
- Premio Nacional de Literatura en 1956
Ojitos de pena
Ojitos de pena,
carita de luna,
lloraba la niña
sin causa ninguna.
La madre cantaba,
meciendo la cuna:
“No llore sin pena,
carita de luna”.
Ojitos de pena,
carita de luna,
ya niña lloraba
amor sin fortuna.
-“¡Qué llanto de niña!
sin causa ninguna”,
pensaba la madre
como ante la cuna;
-“¡Qué sabe de pena,
carita de luna!”.
Ojitos de pena,
carita de luna,
ya es madre la niña
que amó sin fortuna;
y al hijo consuela
meciendo la cuna:
-“No llore, mi niño,
sin causa ninguna;
no ve que me apena,
carita de luna”.
Ojitos de pena,
carita de luna,
abuela es la niña
que lloró en la cuna.
Muriéndose, llora
su muerte importuna.
-“¿Por qué llora, abuela,
sin causa ninguna?”
Llorando las propias,
¿quién vio las ajenas?
Mas todas son penas,
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